Existen personas que quieren agradar a toda costa y a toda costa parecer encantadoras. No es la idea juzgar a nadie, pero es importante que entendamos que si nos vemos envueltas en un intento de agradar a cualquier precio, es que estamos por un camino equivocado que nos traerá más que penas.
Quién mucho agrada finalmente desagrada, porque te das cuenta que algo que intenta hacer por ti, en verdad lo está haciendo por ella/él, entonces pierde el real sentido de ayudar.
A veces nos sentimos incomodas con nosotras mismas, a veces sentimos que nadie nos quiere o valora, entonces caemos en el juego de buscar agradar para ser considerada, ser vista y reconocida. Cuando aparece esto en nuestro interior, obedece claramente a una baja autoestima a algo que no podemos remediar solas y que necesitamos que el otro construya. Esa actitud la podemos observar en adultos, como también en niños, que intentan agradar al otro o en los que se observa una constante actitud complaciente que genera muchos anticuerpos.
Como siempre, la idea es que empaticemos con las personas que tienen esta dificultad y lleguemos a ellos con el fin de intentar conocer su verdadero yo. De esa manera hacerles ver lo valiosos que son solo con existir y que ya no necesiten ser tan serviciales.
De la misma manera, es importante que al detectar la conducta en nosotras mismas, podamos buscar más allá y entender que el otro no va a darme esta seguridad, por más servicial que yo sea, por más que me desgaste dejando de lado mis propios deseos por cumplir los anhelos de otro. Siempre en el fondo, sentiremos que algo nos falta y nuestra inseguridad puede angustiarnos o hacernos sentir constantemente ansiosas. No tengamos miedo de pedir ayuda si lo necesitamos.
Si se consigue ser uno mismo y estar a gusto, permitimos a los demás ser ellos mismos y estar a gusto.
Varinia Signorelli C.