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Apego: mitos y verdades sobre la relación de los niños con sus cuidadores

Me atrevería a decir que una de las palabras más manoseadas dentro de la psicología del último tiempo es el Apego.

Tanto así que hasta el mercado ofrece productos con esa palabra, haciéndole creer a las madres y padres que con ese objeto su recién nacido “tendrá apego”.

Por otro, lado algunos profesionales de la salud también hacen mal uso de este término, generando gran angustia en las nuevas madres cuando tienen un parto prematuro o de urgencia y no pueden tomar a su bebé recién nacido, porque los médicos deben examinarlo.

A raíz de esto, es de suma importancia conocer el verdadero significado de este concepto.

¿Qué es el apego?

Lo primero que hay que saber es que el apego es un proceso y no un evento especifico como la lactancia, el colecho o el porteo. Tampoco es el momento inmediato después del parto.

Al ser un proceso, es algo que nos acompaña toda la vida, desde que nacemos hasta la muerte.

El apego es una necesidad biológica o motivación primaria con la que nacemos y la necesitamos para sobrevivir y desarrollarnos. De esta manera, nos permite relaciónarnos, comunicarnos y protegernos con un adulto significativo desde que somos bebés y con una pareja cuando somos adultos.

En otras palabras, el apego es la necesidad innata de buscar protección y consuelo ante una situación de estrés, para que nos ayude volver a un estado de calma. Necesito a otro para que me regule.

Una situación de estrés es cualquier situación en la que un bebé, niño o adulto se encuentre en un estado u emoción, que no es agradable de sentir (pena, rabia, vergüenza, hambre, sueño, etc.).

Los seres humanos nacemos sin saber regularnos, por eso los bebés y los niños pequeños necesitan mostrarle a quien los cuida que algo desagradable les está ocurriendo con el objetivo de ser regulados.

Se hizo un estudio con monos bebés que fueron separados de sus madres y en reemplazo estaban con un mono de alambre que los alimentaba y un mono de felpa que no tenía alimento y los monitos preferían estar con el mono de felpa. Para estos monos el cariño, el “calorcito de mamá” era más importante que el alimento.

Un bebé genera apego con dos o máximo tres cuidadores y la calidad de este apego va a depender en como cada cuidador es capaz de regular el estrés del bebé. A pesar de esto, existe una figura de apego principal que suele ser la madre, tiene que ver con quien lo cuida más y quien regula su estrés la mayor parte del día.

¿Cómo se genera el apego?

El apego es un proceso, y para que se lleve a cabo necesitamos que se cumplan algunas condiciones básicas en la relación afectiva entre el cuidador y el bebé:

1)     Debe ser duradera en el tiempo (si esto no existe, el apego no se fortalece)

2)     Debe ser estable, consistente y especifica en el tiempo: en el vínculo no debe haber rupturas constantes y debe haber coherencia.

3)     Debe ser especifica y exclusiva con unos pocos cuidadores.

4)     Debe comprender un patrón de protección/ regulación del estrés.

Entonces podríamos decir también, que el apego se forma, se desarrolla e interviene en momentos de estrés, y la calidad que tenga dependerá en como los cuidadores regulamos el estrés del bebé.

Para graficar la regulación del estrés, a continuación, se encuentra el circuito de lo que debería ocurrir cuando un bebé llora:

  1. El bebé pierde su estado de calma y hay algo que lo estresa o molesta
  2. La mamá o el cuidador debe captar que el bebé está incomodo o que necesita algo
  3. El cuidador debe captar qué es lo que necesita el bebé y responder de acuerdo a eso para ayudarlo. Este punto debe ocurrir en un corto periodo de tiempo.
  4. El adulto logró satisfacer la necesidad del bebé, por lo tanto, este puede volver a un estado de calma.

Además, este circuito debe ser constante y consistente, es decir que para que haya una buena calidad de apego esto debe ocurrir al menos el 65% de las veces que el bebé tiene una necesidad.

La evolución de la regulación de los bebés:

A lo largo de nuestra historia se han creído distintas cosas necesarias para calmar a un bebé.

Por ejemplo, por mucho tiempo se ha creído que los bebés solo tienen necesidades físicas como hambre, cambio de pañal y sueño.

En los años 60: se creía que bastaba con que el cuidador estuviera accesible físicamente para el bebé.

Años 70: Accesibilidad y responsividad física y afectiva. No basta con estar disponible físicamente, sino que además debemos responder afectivamente a las distintas necesidades de nuestro hij@.

Años 80:  Contingencia y sensibilidad materna. No basta con responder física y afectivamente, sino que estas respuestas deben estar ligadas a las necesidades exactas del niño. La sensibilidad materna tiene que ver en que yo como madre voy captando que es lo que necesita mi hijo y puedo brindárselo. Nadie nace con la sensibilidad materna desarrollada, es un proceso que se va dando en la medida en que voy conociendo a mi hijo.

Desde el año 95 en adelante agregamos la Mentalización: se refiere a la capacidad de leer los estados mentales del otro y de sí mismo.  Es la habilidad de comprender, anticipar y predecir la conducta de los demás y de uno mismo atribuyendo estados mentales a los distintos comportamientos.

¿Qué factores influyen en la formación y desarrollo del apego?

Existen tres niveles que influyen en el apego:

–        Bebé: aquí nos referimos básicamente al temperamento, que a grandes rasgos son las características biológicas de la personalidad. Esto determina su forma de vincularse con el entorno.

–        Cuidador: aquí nos referimos a las competencias parentales y la forma que tiene el cuidador de relacionarse, que tiene que ver también con el tipo de apego que estableció con sus propios cuidadores.

–        Contexto: acá nos referimos al contexto donde se desarrolla la familia y los factores de riesgo a los que pueden estar expuestos. Por ejemplo, nivel socioeconómico, consumo de drogas y/o alcohol, el barrio etc.

Ninguno de estos tres factores por si solo determinaran el tipo de apego, ya que éste depende en como el cuidador es capaz de calmar el estrés del bebé o de regularlo.

Ejemplos: Tenemos un bebé que llora mucho, que es difícil de regular, que se asusta con facilidad ante los ruidos, el cuidador tuvo un apego inseguro con sus propios cuidadores, tiene pocas competencias parentales y el contexto es desfavorable, problemas económicos, vivir lejos de redes de apoyo, etc.

Este cuidador tiene todo en contra para poder desarrollar un patrón del apego seguro con ese bebé. Pero si tenemos un bebé con las mismas características y un cuidador muy sensible a las necesidades del bebé, que tuvo un apego seguro con sus propios padres y en un contexto, donde cuenta con redes de apoyo, libre de violencia, sin problemas económicos, lo más probable es que logre desarrollar un patrón de apego seguro con su bebé.

¿Qué hace que un cuidador logre regular el estrés del bebé?

Un factor muy importante es cómo fuimos criados los padres. Existe evidencia que muestra que la forma en que nos criaron tiene gran incidencia en la forma en que nosotros criamos a nuestros hijos. Durante los dos primeros años de vida de nuestros niños existe una convergencia entre el 60 y 90 %.

Otros aspectos que determinarán que logremos regular el estrés de nuestro bebé:

–        La sensibilidad paternal: tiene que ver con percibir las señales del bebé, interpretarlas adecuadamente y dar una pronta y adecuada respuesta.

–        La mentalización

–        La capacidad de auto regularse.

–        El auto cuidado. Como cuidador necesito espacios de distracción y descanso, tiempo para sí mismo.

–        Contar con redes de apoyo o presencia de tribu: no podemos criar solos, necesitamos ayuda.

Tipos de Apego

Como ya saben, siempre hay Apego y lo que cambia es la calidad de este o el tipo de Apego que tiene un bebé con su cuidador. Quien tiene un rol fundamental en este proceso, porque de acuerdo con su capacidad de satisfacer las necesidades del bebé se formará el patrón de apego.

Los patrones de apego se dividen en seguro o inseguro:

El Apego Seguro:

Este patrón de apego se caracteriza por cuidadores disponibles física y afectivamente para el bebé, se esfuerzan por entender qué necesita y de responder a estas necesidades de manera sensible, sistemática y efectiva. Además, van reconociendo y respetando las características individuales de cada niño.

Cuando esto va ocurriendo constantemente en el tiempo, el bebé va experimentando repetidas experiencias de sentirse comprendido y conectado con su cuidador, lo que genera seguridad y protección.

Un niño con un patrón seguro de apego confía en su entorno y expresa libremente todas sus molestias, necesidades y afectos. Estos niños son activos en buscar el contacto y el consuelo en los momentos difíciles. Además, se muestran curiosos y libres para explorar su ambiente.

Apego Inseguro Evitante:

En este patrón de apego los cuidadores son indiferentes, ignoran y/o rechazan la expresión de frustración o malestar de los niños, la rabia o tristeza. Frente a estas características del cuidador o actitudes, los niños inhiben la expresión de los afectos y su necesidad de cercanía y consuelo.

Estos bebés y niños aprenden que sus necesidades afectivas no van a ser atendidas.

Durante la infancia, estos niños se ven muy independientes, sobre adaptados y tienden a ser cada vez más indiferentes hacia los demás y prefieren explorar el ambiente y los objetos en vez que el contacto con las personas.

Apego Inseguro Ambivalente:

Los cuidadores suelen ser muy inconsistentes en la entrega de cuidados y afectos, oscilan entre la sobreprotección y un moderado descuido y distanciamiento de lo que necesitan. Para estos bebés y niños es muy difícil predecir la conducta de los cuidadores porque no están disponibes de forma estable y coherente. Por esta razón, la ansiedad y la incertidumbre va en aumento en estos niños, lo que se traduce en una desconfianza e inseguridad en la relación con sus cuidadores.

Los bebés pequeños cuando se ven enfrentados a estas conductas en sus cuidadores van desplegando distintas estrategias para lograr mantener una proximidad con el adulto, exagerando conductas y afectos para ver si logran convertir al cuidador en alguien más predecible.

Cuando esta situación se prolonga en el tiempo, estos niños tienen grandes dificultades para explorar el ambiente y para separarse del cuidador. Por otro lado, irán reaccionando cada vez con más rabia y frustración.

Apego Desorganizado:

Muchas veces estos padres presentan historias de maltrato, negligencia, enfermedades psiquiátricas o abuso de sustancias. Estas personas con sus niños son negligentes, violentos o presentan una extrema pasividad. Sus actitudes suelen ser caóticas, desproporcionadas e intensas. Además, podrían observarse conductas muy intrusivas o sexualizadas.

Los niños que presentan este patrón de apego, presentan conductas y expresiones bizarras, extrañas y descontextualizadas. El cuidador representa para ellos una fuente de temor y desorientación.

Este patrón de apego podríamos resumirlo en quien me debe cuidar y proteger es quien me hace daño.

Como el apego es un proceso que dura toda la vida, no basta con que nuestro hijo tenga un patrón de apego durante su primer año de vida, ya que este puede cambiar a lo largo del tiempo dependiendo de la sensibilidad de sus cuidadores.

Por ejemplo, si un cuidador pierde su sensibilidad parental o esta baja considerablemente, este niño al ser adolescente puede tener un patrón de apego inseguro. La parte buena es que si un bebé tiene un patrón de apego inseguro, nunca es tarde para que mejoremos nuestra sensibilidad materna o materna para que mejore su patrón de apego.

Los principales MITOS sobre el apego

1. “Apego es que te pongan a tu recién nacido sobre tu pecho inmediatamente después de nacer. Y si por alguna razón esto no es posible, entonces no tendremos apego”. 

Falso: Si bien este contacto inicial es importante, no determina el apego que tendremos con nuestr@ hij@. El nombre técnico que se usa para este momento especifico es Bonding.

2. “Apego es estar con fular o mochila ergonómica todo el día”. Falso

3. “Apego es tener una lactancia exclusiva, exitosa y prolongada”. Falso

4. “Si no colechas con tu hij@ no tendrá apego”. Falso

Voy a explicar el uso del fular, la lactancia y el colecho juntos, porque muchas veces se habla erróneamente de que estos tres sucesos determinan si hay o no hay apego. La verdad es que cada uno podría influir positivamente en el desarrollo de un apego seguro, pero no lo va a determinar.

El uso de fular, la lactancia y el colecho, si bien son momentos en que estamos físicamente muy conectados con nuestro bebé no implica que estemos emocionalmente disponibles para ellos y en sincronía para que podamos desarrollar y fortalecer un apego seguro. Para que quede más claro, les voy a dejar un ejemplo: un bebé mamando, en los brazos de su madre, bien abrazadito NO es suficiente para desarrollar el vínculo.

Para esto, la madre debe estar conectada emocionalmente con su bebé, tiene que haber miradas, sonrisas, verbalizaciones. Si esa madre está concentrada viendo Netflix, la teleserie o está pegada en su celular, por mucho que esté con su bebé al pecho, no se están conectando y no se están vinculando. Lo mismo ocurre con el uso del fular o el colecho. Si yo como madre o cuidador tengo al bebé pegado físicamente a mi no es suficiente, debe haber una conexión emocional.

Cuando son pequeñitos tenerlos cerca por largos periodos de tiempo nos permitirá conocerlos mejor, siempre que estemos emocionalmente disponibles para ellos y conectadas con ellos. De esta manera sabremos antes que lloren, qué están necesitando o qué los está incomodando y de ese modo poder regularlos.

5. “Para tener apego con mi hij@ no es necesario que pase mucho tiempo con él o ella, basta con que sea un momento de calidad”. 

Falso: el apego es un proceso y por eso requiere tiempo, si queremos una buena calidad de apego con nuestro hij@ necesitamos pasar mucho tiempo con ellos y tiempo de calidad. Por ejemplo, no basta con que pase toda la tarde con mi hijo de tres años mientras el juega o ve televisión mientras yo estoy con mi celular. Porque estar al lado no es pasar tiempo juntos, para eso debe haber interacción, miradas, sonrisas, conversación, cariños, etc.

Psicóloga Carolina Musso

Centro El Sauzal, Chicureo

IG:ps.carolina.musso

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