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Berrinches: ¿Qué hago?

Debo ser correcta con los niños y contarles que las pataletas son una conducta normal de la niñez: es normal porque el cerebro de nuestros pequeños es aún inmaduro y no puede calmarse por sí mismo, no cuentan con las palabras precisas para expresar lo que les sienten. Frente a una frustración, sienten una sensación displacentera en su cuerpo, se les apreta el estomago y sienten un nudo en la garganta, además de ganas de gritar o golpear algo (los adultos sabemos que esto se llama rabia y que se nos pasa luego de un rato, ellos no) tratan de liberarse de esta sensación y hacen lo que está a su alcance: gritar, llorar o tirarse al suelo. ¿O acaso usted adulto nunca ha dado un portazo, o ha golpeado una mesa porque algo lo frustró o le dio rabia? Seguro lo ha hecho… Nuestros niños también sienten ganas de descargar la rabia.

 

Es parte del desarrollo cerebral esto de tener pataletas, depende de los adultos si los niños logran aprender a ponerle nombre a sus sentimientos o tendrán berrinces hasta más grandes.

 

¿Por qué depende de los padres y madres que poco a poco las pataletas vayan desapareciendo?

 

Porque un niño que está haciendo una pataleta, necesita adultos que sean capaces de acompañarlos durante éstas. Ojalá padres que puedan acercarse amorosamente, decirles que los entienden, que todos tenemos rabia a veces y que los vamos a acompañar hasta que se sientan mejor porque somos sus padres y los queremos hagan o no pataletas. De esto va a depender el capitulo siguiente.

 

Se espera que poco a poco los niños sean capaces de poner en palabras lo que sucede, conocer sus sentimientos y los episodios de pataletas irían siendo cada vez más calmos hasta desaparecer.

 

Ahora, si nos enojamos, los castigamos, gritamos o los dejamos llorando solos será más difícil aprender a manejar la frustración yes probable que los episodios se mantengan.

 

Creer que los niños nos manipulan es negarnos a lo que ocurre realmente: los niños piden lo que necesitan. Si usamos la violencia para “calmar” a nuestros niños, les estamos enseñando que da lo mismo lo que sientan o cómo lo sientan, ya que siempre vendrá otro con mayor fuerza o “autoridad” a callarlos.

 

Entonces debemos armarnos de paciencia, explicarle lo que sucede, cambiar el foco, respetarlos, quererlos y si necesitamos desconectarnos: pedir ayuda a alguien significativo para nuestro hijo.

 

Varinia Signorelli

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