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Confesiones de un aspergeriano: El brillo del carbón

Lo he comentado antes: una y otra vez he oído de alguien que “El asperger es una moda” y siempre me desconcierta Por gusto personal, cuando algo se vuelve moda, aunque sea de mi agrado, en la mayoría de los casos, quizás por sobresaturación ante tanta publicidad, termina desagradándome; por otra, como he comentado anteriormente, ojala fuera así, la gente se documentaría más y la trataría con el cuidado que requiere. Pero hasta el momento la evidencia dice lo contrario.
Si bien, el tema se ha masificado, y en todas partes se habla del Desorden de Asperger aún resulta difícil encontrar en las tiendas los libros especializados, obligando a la gente a recurrir a Internet donde, al igual que cualquier otro tema se puede hallar de todo, lo que implica que cada vez hay más necesidad de obtener datos e ir contrastando tanto las vivencias, como los aspectos científicos a fin de ir rescatando aquello que se ajusta mejor a cada individuo en el aspecto general así como en lo personal, lo que no resulta fácil.
Uno de los graves problemas que se esta dando en el manejo de información, es que la gente está tan sobrecargada de trabajo y otros compromisos, que le resulta complicado revisar tantos datos, para eso están los especialistas y en un grado menor los periodistas en calidad de individuos cuyo trabajo es el procesar y simplificar los datos, pero como ya mencioné mientras más datos hay la rigurosidad es aún más necesaria y sin la intención de ofender o menoscabar el conocimiento de mucha gente, es en la práctica donde todo lo que se aprende adquiere real valor.
Ya que para una persona no vinculada directamente al Desorden de Asperger puede ser una moda, una forma de destacar y potenciar a niños y adultos gracias a los grandes logros alcanzados, sin poco esfuerzo, por intelectuales, científicos y artistas a lo largo de la historia; en la práctica para quienes lo vivimos no sólo es una forma de vida, es algo mucho mas complejo…
En un principio, en un aspecto muy personal fue una enfermedad, algo no deseado que ha causado mucho dolor y profunda soledad, un obstáculo para llevar una vida sencilla y si se puede decir “normal”, un desarraigo acompañado de una directa y cada vez más encubierta discriminación, que por más que se denuncie, promoviéndose todos las virtudes que tienen esta condicion, tengo la impresión que no sólo no ha disminuido, sino ha aumentado preocupantemente, acompañado de la sensación de alienación que está cada vez más presente en la sociedad actual a través de la gran violencia que atestiguamos en todas partes diariamente.
La valoración, el apoyo de la familia y cercanos es lo esencial, no hay nada más desesperante que no sentir el cariño incondicional de un familiar, el sentirse plenamente querido tal cual somos, la familia es el refugio del alma y la promotora de los sentimientos más nobles, por eso ellos son los primeros y mejores terapeutas.
Cuando este cariño logra sacar a relucir el valor de la persona, la sensación de enfermedad desaparece y la vida cambia radicalmente, transformando la que fuera, valga la redundancia, llamada enfermedad en una condición y con ello una oportunidad, la misma que tiene todo individuo, que conforme a su crecimiento y madurez implica la responsabilidad de usar sus dones, eso es que ha pasado con tantos grandes individuo, eran pequeños carbones ante el mundo, listo para echar calor en el fuego de la vida hasta que la presión de las circunstancias y las personas correctas los transformaron en diamantes, que empezaron a ser pulidos.
El anhelo de todos los padres es que su hijo (a) sea reconocido con todas las virtudes que ve su corazón, un noble deseo que justificaría que a veces, muchos se adelanten en desear que las conductas, que se asemejan a las de quienes están dentro del Trastorno del Espectro Autista, sean evidencia del Desorden de Asperger, pero sea cual sea el diagnostico, Asperger o no, las dificultades, los desafíos que conlleva son muy íntimos, muy profundos y la mejor forma de encararlos conlleva en la potenciación de las virtudes que tiene cada persona, para eso no se necesita ser aspergeriano, tan sólo se requiere amar aún más intensamente, encarar las verdades que yacen en la personalidad de los hijos (as), dejando atrás las modas y predisponiéndose para una aventura donde el dolor que se encuentre en el camino, con esfuerzo desaparecerá en el fruto de la alegría, en otras palabras hacer de los hijos (as) los mejores amigos de los padres.

 

Juan Carlos Sánchez Emilfork.

Aspergeriano. Co terapeuta de Isabel López Turner, Psicóloga quien trabaja con pacientes Asperger en Concepción

Consulta: Colo Colo 379 Of. 2007 Concepción
Fono: 041 2252481
isabellopezturner@gmail.com

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