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[Opinión] Diez comentarios que la madre de un bebé prematuro NO quiere escuchar

Recién nacido

[Opinión] Diez comentarios que la madre de un bebé prematuro NO quiere escuchar

Soy mamá de mellizas que nacieron a las 35 semanas de gestación. Desde que supe que eran dos, sabía que lo más probable era que quedaran hospitalizadas en la Unidad de Neonatología, y eso me asustaba un poco ¿qué mamá no quiere poder llevarse a su bebé cuando le dan el alta? Pero entendía que sería para que estuvieran sanas y fuertes para enfrentar el “mundo exterior”. 

Cuando finalmente nacieron, solo una de ellas fue derivada a la NEO, donde quedó hospitalizada por 2 semanas.

Diez cosas que hubiese deseado NO oír

1. Tranquila, si en la Neo va a estar mejor

Separarnos de nuestros pollos es horrible, en mi caso tenía que dejar a una en la casa con los abuelos mientras iba 3 veces al día a ver a la otra. Cada separación dolía, yo tenía claro que ambas se encontraban en las mejores manos posibles, pero era acongojante.

2. No llores que se lo transmites al bebé

Como tuve depresión post-parto estaba extremadamente sensible, y pese a que al primer “¿y cómo estás?” contestaba con una sonrisa, las personas insistían en la pregunta y me quebraba. De repente estaba muy tranquila y sentía un bálsamo en el corazón cuando estaba junto a la más pequeña, pese a todo lo que se interponía entre las dos, pero bastaba que saliera del lugar para quebrarme en llanto. Otras veces veía los rastros de pinchazos que quedaban en sus manitos y lloraba.

Una vez me descompuse porque estaba a su lado sacándome leche y la matrona no esperó cinco minutos y le dio relleno. Pregunté por qué no me esperó si podía ver que estaba en proceso y contestó: “No tienes leche suficiente”. 1-Me sacaba lo justo y necesario aún, 2-No lo dijo en el mejor de los tonos. Ese día lloré desconsolada y pedí ayuda a mi ginecólogo y también a la matrona especializada en lactancia.

Tras esto, el ginecólogo me medicó y tuve un repunte en el ánimo. Fue lo mejor que me pudo pasar, así que ya con las aguas más tranquilas me parecía una insolencia que me pidieran que me relajara.

3. Relájate

Ya no me la pasaba llorando, tenía más ánimo y me aseguraba de tener la máquina andando con buena alimentación y descanso dentro de lo posible, pero aún así me mosqueaba horriblemente escuchar el “relájate”. ¡No! ¿Cómo puedo relajarme si mi corazón está dividido? El dolor de tenerlas apartadas seguía, yo podía entender que todo era para mejor, pero no podía aceptar esa palabra.

4. Por lo menos tienes a todas las enfermeras ayudando

Sí, pero eso no quitaba que prefería mil veces tenerla en mi casa junto a su hermanita y no así separadas. El “por lo menos” se sentía como frase consuelo, y sinceramente no la quería escuchar.

5. ¡Qué pequeñita! Es una lauchita

Era (soy) súper reservada a la hora de enviar fotos, no quería que conocieran a mis hijas “por separado” ni tampoco que vieran a la que estaba en la Neo con sus cables. Quería evitarme comentarios, pero aún así llegaban y el que detestaba escuchar era que parecían “lauchitas”.

Sé que era sin mala intención, y también sé que mis hijas eran pequeñas, pero en ese momento para mí eran dos gigantes luchadoras que tenían más fuerza que un roble. Un “felicidades” hubiese sido mejor que palabras insinuando pequeñez o fragilidad.

6. ¿Has tratado de darle pecho?

Lo segundo mejor que me pudo pasar fue ir a ver a la especialista en lactancia junto a la más grande, ya que pude corroborar que estábamos haciendo un buen trabajo y que además eso me ayudaba a estimular para producir suficiente leche para ambas, lo que reaseguraba mi decisión de dar pecho a una y extraerme para la otra.

¿Por qué extraída? Porque tras varios intentos fallidos de amamantar, nos dimos cuenta que la mejor manera de que se alimentara era con mamadera. No tenía buena capacidad de succión aún y se cansaba demasiado al tratar de mamar, por lo tanto terminaba agotada y sin comer. Lo más importante era que se alimentara, el cómo ya era un pelo en la cola.

Este tipo de preguntas son íntimas, aunque no lo crean. Sé que ahora hablamos de amamantar a viva voz y se está luchando para que no sea mal visto dar pecho en público, pero las decisiones con respecto a esto son privadas, o por lo menos yo no quería tener que dar la explicación larga en ese momento salvo que fueras mi asesora de lactancia.

7. ¿Cuándo le dan el alta?

Si fuera por mi, la hubiese tenido de inmediato conmigo, pero el alta dependía de tantos factores que realmente nunca se sabe hasta que llega el momento. Es algo que anhelaba tanto, que además tener que contestar con un triste “no sé” se sentía como nudo en el estómago.

8. Bueno, me imagino que la fábrica está cerrada ahora

Nuevamente un tema privado. Hoy me río y divierto con las respuestas que doy, pero honestamente no era algo que me gustara contestar recién parida.

9. Más adelante ni se van a acordar de esto

Han pasado 3 años y 3 meses y aún lo recuerdo. No puedo reírme de lo vivido. Fue un periodo de muchos sentimientos encontrados y que jamás voy a olvidar. Hasta el día de hoy siento que algunos comportamientos de mi pequeña tienen que ver con lo vivido en la Neo, así que ni ella ni yo olvidaremos esta experiencia.

Creo que lo que me irritaba de esta frase es que se trataba de minimizar la situación, cuando en realidad era algo de cuidado y todos los días eran distintos.

10. ¡Uf! No sé cómo lo haces

Bueno, yo simplemente lo hice, no me quedaba de otra ¿no? Los ánimos de una mamá en ese momento no se prestan para ese tipo de comentarios porque una está actuando según sus instintos y de repente se puede sentir sobrepasada pero debe seguir adelante sin importar los contratiempos.

Todas las experiencias son distintas, y tener a un hijo o más en la neo es algo que nos llega al hueso. Algunas se lo toman mejor, otras debemos cargar con la depresión post-parto, pero todas somos distintas y en este caso detallé lo que me quedó marcado. Estaré para siempre agradecida del equipo de matronas que se hicieron cargo de mi hija, de los doctores que estuvieron allí para contestar mis preguntas y hablarme con la verdad y no con palabras dulces para minimizar la situación.

Finalmente, agradezco a los padres de todos los otros prematuros que compartían sala, porque se formaba un círculo de apoyo precioso. Ellos más que nadie entendían que bajar el tiempo de toma era un logro, y que ganar más de 10 gramos en un día era para celebrar.

Por: Alessandra Riveros, madre de mellizas y dueña del blog de recetas saludables Manitosquecomen.com

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