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Evita botar la comida: ¿Qué hacer con la comida que sobra en nuestra casa? 

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Evita botar la comida: ¿Qué hacer con la comida que sobra en nuestra casa? 

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El despilfarro de comida en el país es un problema del que no se sabe mucho, ya sea por las pocas investigaciones al respecto o el poco interés de la gente. Pero esta situación tiene un  impacto negativo en varios puntos de la vida cotidiana, tanto en el medioambiente como en el bolsillo de cada uno. Actualmente, la legislación está lejos de ayudar a solucionar esta crisis, los ciudadanos en general no hacen mucho más y los alimentos que aún podrían consumirse se siguen acumulando en los vertederos, desechados sólo por deformidades, manchas, o por ser centímetros más pequeños o más grandes de lo establecido por el mercado.

Según el estudio de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) “Pérdidas y Desperdicios de Alimento en el Mundo”, alrededor de un tercio de la producción de alimentos para el consumo humano en todo el mundo termina en la basura, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año.

Pero esto implica no sólo un desperdicio de comida, sino también de recursos destinados a la producción de los alimentos orgánicos, como agua, tierra, fertilizantes, mano de obra, entre otros; un uso innecesario del espacio de los vertederos; pérdida de dinero de los productores, vendedores y consumidores; y una emisión de gases y líquidos contaminantes en vano.

De hecho, según la misma investigación, la huella de carbono de los alimentos producidos que no son consumidos se estima en 3.300 millones de toneladas de CO2, lo que equivale al consumo del tercer emisor de CO2 más grande del mundo después de Estados Unidos y China.

A nivel global, el consumo de recursos de aguas superficiales y subterráneas utilizada para producir comida desperdiciada es de 250 km3 aproximadamente. Esto a la vez implica la utilización de 1,4 mil millones hectáreas de tierra, que representa cerca del 30% de todo la superficie agrícola del planeta.

La FAO asegura que si esta problemática se resolviera en América Latina y el Caribe, alcanzaría para alimentar a casi diez veces el total de personas que sufren hambre.

Actualmente son escasas las investigaciones en Chile que puedan graficar el desperdicio alimentario, algo que también representa un problema al momento de querer revertir la situación.

Hasta ahora, las principales son el anteriormente mencionado estudio de la FAO, realizado en 2015, que entrega una mirada más general de América Latina y el Caribe; y la encuesta “Cuánto alimento desperdician los chilenos”, realizada por la Universidad de Talca en 2011.

Según este último sondeo, el 64% de las personas encuestadas señalan que compran lo necesario para el mes, sin embargo 26% de ellas dice comprar demás.

Según el mismo estudio de la CEOC-UTalca, “el 95% de las personas piensa que el botar comida acumulada en el refrigerador es una práctica normal y sólo el 5,1% señala que es algo que nunca ocurre. Siendo que para un tercio de los encuestados es una práctica tan frecuente como por lo menos una vez a la semana”.

La principal razón de esta innecesaria acumulación sería el olvido de que la comida estaba ahí, una opción que eligió el 58% de los encuestados.

Pero la primera etapa en la cadena del desperdicio no sería esta, sino la producción del alimento.

Según, Gonzalo Jiménez de RecuperaLab -una fundación en Chile que busca que la gente y las autoridades conozcan este problema-, las exigencias cosméticas que se nos ha impuesto sobre la fruta y la verdura, hace que muchos productores desechen estos alimentos por no tener las condiciones físicas aptas para el mercado, aún cuando son perfectamente comestibles y tienen buen sabor.

Centímetros más chica o más grande, deformidades, manchas y otras características de este tipo hacen que mucha comida se quede en el campo. Sobre todo porque gran parte de la producción agrícola está destinada a la exportación.

“Una naranja bonita y una fea dan el mismo jugo delicioso, pero lamentablemente por las exigencias del mercado tenemos el ojo súper entrenado. Incluso yo, cuando voy a la feria o al supermercado me tengo que forzar a elegir las frutas que no son tan bonitas como esta imagen mental que nos creó el mercado, porque si yo no los compro nadie los va a comprar”, cuenta el activista.

La investigación realizada por la FAO incluye un estudio de las pérdidas en arroz, lechuga y papa a nivel de productores, por ser éstos alimentos relevantes dentro de la dieta chilena.

Según lo analizado, 140,4 toneladas de arroz son desechadas al año, lo que se traduce en $US 12.066 (8 millones 680 mil pesos chilenos) de pérdidas anuales, un equivalente a botar 9 mil porciones semanales.

Mientras que 16.550 lechugas se pierden por hectárea, lo que significa una pérdida de $US 2.422 (1 millón 742 mil pesos chilenos) por esa misma hectárea.

Respecto a la papa, 1,08 toneladas se pierden por hectárea, perdiendo así $US 244,5 (176 mil pesos chilenos).

Una segunda etapa de desperdicio ocurre en los supermercados, ferias o vendedores, donde todo lo que no se vendió es desechado. Por ejemplo, el mismo estudio de la FAO señala 13,4 kg de papa se pierden en la comercialización.

 

¿QUÉ HACER CON MIS SOBRAS?

Otro factor que potencia esta problemática es la desinformación y/o la poca motivación de la gente en sus hogares por utilizar o reciclar los alimentos que comienzan a descomponerse.

Frente a esto, RecuperaLab propone una pirámide invertida sobre el orden de lo que se debe hacer con la comida que sobra en nuestros hogares.

Esta sugerencia viene de la idea del “upcycling”, una de las bases sobre las que se sostiene dicha fundación.

“Cuando sembramos y cosechamos, el objetivo es alimentar a la gente; el ‘upcycling’ viene de conectarnos con ese origen primario de los alimentos: si dejé un guiso, efectivamente sirve para hacer compost, pero qué pasa si con un uso creativo le puedo dar mayor valor a ese guiso: hacer croquetas, tortillas, etc; es salir de esta mentalidad demasiado práctica”, explica Gonzalo Jiménez.

Pero si las opciones de utilizar las “sobras” para hacer otras comidas o de dárselas a un animal son descartadas, hacer composta también es una alternativa para evitar que esa comida termine en el vertedero.

Claudia Santibáñez, especialista en manejo de residuos orgánicos de la Escuela de Agronomía de la Universidad Mayor, explica que el compostaje es un proceso que permite obtener abono orgánico para el suelo, enriqueciéndolo con nutrientes.

Asimismo, cuenta que otro residuo reciclable es el aceite. “En muchos países, lo que se está haciendo es que esos aceites se filtran y se reprocesan, convirtiéndolos en biodiesel, que es un combustible renovable que puede reemplazar al petróleo, por lo tanto tendríamos una fuente de energía renovable”, aclara.

“Alternativamente, también se podría obtener una fuente de energía renovable si estos residuos se sometieran a un proceso de digestión anaeróbica: los residuos orgánicos se ponen dentro de un reactor cerrado donde éstos se pueden descomponer sin oxígeno, y con eso se puede generar metano -o biogás-, lo que se puede usar en reemplazo del gas natural”, agrega.

 

ATENTADO CONTRA LA NATURALEZA

Otra de las grandes consecuencias que tiene el desperdicio alimentario es el impacto negativo en el medioambiente.

Santibáñez señala que “el principal problema que genera la basura orgánica es la emisión de metano, que es un gas de efecto invernadero y que por lo tanto contribuye al calentamiento global del planeta”.

“Otro punto importante, es que al descomponerse, también generan líquidos percolados, que pueden contaminar, por ejemplo, a las napas subterráneas”, asegura.

Según la especialista, este “es un problema bien relevante porque las napas son una reserva importante que se utiliza para la extracción de agua en la agricultura. Además en muchos lugares la gente se abastece de esa agua. El problema que tiene es que las napas se consideran un recurso no renovable, porque la tasa de recambio que tiene es muy lenta, entonces una vez que se contamina una recuperarla es prácticamente imposible, al menos en el corto plazo”.

La ingeniera agrónoma plantea que un problema también es la acumulación de basura en los vertederos.

“Establecer un nuevo relleno sanitario -o vertedero- es súper complejo, porque nadie quiere tener un vertedero cerca de su casa. Pero mientras más residuos echamos a los rellenos sanitarios, la vida útil es más corta, por lo tanto hay que hacer un nuevo relleno, y hay que ir haciéndolos más lejos, y eso también tiene un costo de transporte asociado que se va haciendo más alto”, consigna.

“Uno la comida la trata como plástico, pero si estoy botando comida, estoy botando recursos. Y además está la paradoja de la gente que no tiene qué comer. Pero una vez que se te inserta el chip [contra el desperdicio alimentario] ya vas a tener siempre esa inquietud; hay que despertar ese estado inconsciencia”, invita la activista.

 

TIPS ANTI DESPERDICIO

Javiera Piriz, quien además de participar en Olla Rabbani es también una de las fundadoras de RecuperaLab, entrega una serie de datos útiles para evitar el despilfarro alimentario:

– Compra realmente la cantidad de alimentos que necesitas.

– Mantén la puerta del refrigerador abierta el menos tiempo posible, así conservas el frío y el estado de tus alimentos.

– No guardes la comida cuando aún esté caliente, ya que el alimento se descompone con mayor facilidad.

– Al guardar comida debe guardarse en envases herméticos para evitar la contaminación cruzada.

– Almacena los alimentos según sus condiciones de frío, calor, y en un lugar seco.

– Rota los alimentos, pon delante lo comprado anteriormente y detrás lo nuevos.

– Si tienes una lechuga deshidratada o lacia, ponla en agua y estará como nueva.

-Si pones a los champiñones en bolsas de papel café duplicarás su vida.

-Las papas y cebollas se guardan en un lugar oscuro y apartado del resto de los vegetales.

-Si tienes pan duro, mójalo y ponlo en el horno. ¡Queda como nuevo!

– Haz nuevas recetas con los alimentos que quedan de los almuerzos o cenas.

– Si cocinaste mucho… ¡congela! ahorras trabajo esos días sin ánimo.

– Comparte: ¿has pensado que un colega, el portero o cualquiera que esté cerca puede tener hambre? Antes de tirar esa fruta, pan o café, mira a tu alrededor.

– ¿Hay plantas en tu oficina? ¡aman los restos de té y café!

– Si comes en restoranes, pide tu “doggy bag” o llévala desde tu casa. ¡No pierdas lo que quedó en el plato! incluso alguien en la calle puede estar feliz con tu media porción.

– ¿No estás con mucha hambre? no aceptes la panera si no vas a comer todo porque deben botar lo que queda, y pregunta si puedes pedir media porción. Tú quedarás bien y evitas el despilfarro.

– Acércate a tu supermercado, almacén o panadería más cercana y pregunta si puedes tomar los alimentos que serán desechados.

– Muchas personas e instituciones hacen recuperación en ferias libres. Es un espacio donde los feriantes ya están acostumbrados a los recuperadores.

¿y tú qué haces para evitar botar el alimento que sobra en tu mesa?

Fuente: Recuperalab

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