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La importancia de la motricidad gruesa en preescolares

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La importancia de la motricidad gruesa en preescolares

Por Camila Sanz

Antes de adentrarnos en el concepto de motricidad gruesa cabe destacar la estrecha relación que existe entre la mente y el cuerpo. El resultado de esta relación se define como psicomotricidad. Y es aquí donde brevemente me detengo a contarles que la psicomotricidad es un trabajo en conjunto de habilidades de movimiento y habilidades mentales.

Continuando, la motricidad gruesa forma parte de estas habilidades denominadas “del movimiento”. La motricidad gruesa permite que nuestro cuerpo lleve a cabo diferentes movimientos utilizando nuestras extremidades más grandes como brazos y piernas, sin embargo, estos movimientos no se dan por sí solos; para poder efectuarse requieren la participación de diferentes músculos.

En Educación Parvularia, desde el inicio de pandemia, confinamiento y posterior retorno a la presencialidad en escuelas y jardines infantiles, por medio de la observación junto a mis colegas, coincidimos en que niños y niñas están constantemente moviéndose; lo que jamás ha sido poco común en nuestros niveles, sin embargo, son las familias quienes en primera instancia se extrañan y consultan por esa constante “inquietud” de sus hijos e hijas.

Desde mi mirada profesional lo veo más como una oportunidad. Esa inagotable iniciativa que podemos ver dentro y fuera de las aulas de estar constantemente moviéndose nos da la oportunidad de poder intervenir en las habilidades motrices gruesas favoreciéndolas, haciendo énfasis en su importancia.

Ahora bien… ¿Por qué será tan importante el desarrollo de las habilidades motrices gruesas?

Por medio de ellas, niños y niñas desarrollan habilidades como el equilibrio, coordinación, agilidad, fuerza, entre otros, los cuales les permiten desarrollar destrezas como saltar, correr, trepar, andar en bicicleta, y un sinfín de acciones que podemos observar los adultos. A todo esto, sumémosle el factor psicomotor: no solo son capaces de ejecutar estas destrezas, sino que para llevarlas a cabo utilizando diferentes músculos ¡la mente y el cuerpo trabajan en conjunto coordinadamente! Y es que, aunque no lo creamos, es un logro importantísimo en la vida de niños y niñas.

La motricidad gruesa desarrolla todas las destrezas mencionadas, permitiéndoles su libre tránsito y exploración del medio que los rodea, y no solo esto, al desarrollarse antes, abren paso al desarrollo de habilidades motrices finas; esas que requieren utilización de extremidades más pequeñas, siendo el nido de la lectoescritura.

Es así, como ambas utilizan habilidades mentales que favorecen el aprendizaje, la atención, orientación espacial, lateralidad, entre otros, y aunque pareciera que tienden a desarrollarse de manera innata, requieren de un entrenamiento previo.

¿Cómo las entrenamos?

  1. Circuitos simples: que impliquen a lo menos tres destrezas como saltar, correr, gatear, etc.
  2. Caminar descalzos
  3. Actividades que incluyan: trasladarse en rodados, exploración del medio natural, escalar pequeños morros de arena, correr por arena, entre otros.

Para llevar a cabo estas actividades no necesitaremos de materiales difíciles de tener; pueden ayudarse de cintas de papel para demarcar el suelo, cuerdas, complejizando las actividades con simpleza, siempre propiciando espacios seguros supervisados por adultos.

De esta forma, iremos entrenando los músculos, practicando el desarrollo de habilidades motrices gruesas y a su vez el desarrollo de funciones cognitivas.


Camila Fernanda Sanz Barrera es madre, Educadora de Párvulos, licenciada en Educación, y tiene un diplomado en educación emocional. Puedes encontrarla en Instagram: @educando.sintiendo 

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