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Motivación escolar

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Motivación escolar

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Todos los niños tienen fortalezas y debilidades, para algunos ciertas materias resultan muy fáciles y para otros la misma es muy difícil. Así como los adultos tenemos aptitudes y gustos establecidos los niños también los esbozan.

Es sumamente importante que observemos a nuestros hijos y notemos tempranamente qué es lo que a ellos más les cuesta y podamos apoyar. La idea es que cada uno pueda desplegar sus habilidades cognitivas de manera adecuada y que no se vean interferidos por frases como “soy pésimo para las matemáticas” “dibujo súper mal” o “soy tonto” ya que éstas podrían ser perjudiciales para el aprendizaje, la motivación y la autoestima de nuestro hijo.

El perder la motivación, asegura los expertos, es un pésimo predictor ya que hace que nuestros niños se rindan y se den por vencidos antes de intentar aprender.

Jamás, como padres, debemos apelar a estas frases, ya que no generarán el efecto contrario sino que convencerá a los niños que es mejor no esforzarse.

Hacer énfasis en el esfuerzo que se hace frente a los desafíos, más que a la inteligencia, como valor hará que nuestros niños se muestren mucho más motivados.

 

¿Cómo ayudar en la motivación escolar de nuestros niños?

 

Los padres y profesores pueden apoyar siempre, ayudando a que los niños comprendan sus fortalezas. No necesitan premios, necesitan conocer todo lo que son capaces de hacer bien.

 

Proporcionar a los niños elementos para verbalizar sus problemas,

Debemos darles a conocer las palabras específicas para enunciar sus problemas: por ejemplo, “me cuesta distinguir si es una suma o una resta” (es distinto al típico “soy pésimo para las matemáticas). Es muy difícil para cualquier persona adulta, y más aún, para un niño tener que trabajar en el mejoramiento de algo si no sabe qué es.

 

Enumerar las áreas débiles del niño, determinar junto con los el niño en qué se debe mejorar. De esta manera, el niño no se siente “absolutamente defectuoso” ; el niño sabrá a ciencia cierta qué necesita mejorar con el propósito de que le vaya mejor en la escuela.

 

Enseñar a los niños a ser optimistas, frente a distintas situaciones y mediante la revelación de posibilidades de éxito, teniendo en consideración las fortalezas que el niño o la niña demuestra diariamente.

 

Preservar el valor de la responsabilidad

Un estudiante no puede escudarse con frases como “no logro cumplir”, los niños deben darse cuenta de que una vez que se comprenden a ellos mismos mejor, tienen la responsabilidad de trabajar más duro aún para poder superar los efectos de sus problemas o de sus deficiencias.

 

Debemos informar al colegio acerca de las dificultades de nuestros niños,

De esta manera trabajar en equipo para que nuestros niños puedan sortear las dificultades, de esta manera es mucho más fácil y las dificultades se olvidan en el futuro.

 

Al comprender y conocer las debilidades y las fortalezas de los más pequeños, podemos intervenir tempranamente y ayudarlos. Es gratificante observar cuando los niños repuntan, recobran la confianza en sí mismos, se esfuerzan y cumplen sus sueños.

 

Varinia Signorelli C.

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