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¿Por qué actuamos impacientemente?

Vamos a hablar sobre el deseo femenino que impera en ocasiones. Específicamente ese deseo que aparece y quiere ser satisfecho inmediatamente. Digo “hemos decidido” porque fue en una conversación con una querida amiga, que apareció el tema: me hizo ver que en muchas oportunidades las clientas de su salón de belleza la llamaban para pedir una hora para “altiro”. Ella me ayudó a analizar el tema, me di cuenta que esto pasa en distintos ámbitos y que frecuentemente me pasa también.

Entonces la idea es que desmembremos ese impulso femenino que lucha por satisfacer un deseo de manera inmediata. La verdad es que existe deseo permanente, es lo que nos permite estar vivas, ser seres deseantes, cada uno canaliza ese deseo de distintas maneras y busca satisfacerlo también. Pero ¿qué deseamos las mujeres? Todo apunta a que deseamos ser amadas, lógicamente la satisfacción de este deseo no depende de nosotras sino de un “otro” que nos ame. Es más, muchas veces no nos interesa que un “otro cualquiera” nos ame, sino que el que nosotras hemos decidido que queremos que nos ame y ahí se torna mucho más complejo porque requiere de muchos más factores para que en realidad suceda así como deseamos.

Entonces, y dada la aclaración anterior, frente a nuestros deseos muchas veces nos vemos frustradas, porque el fundamental puede que no se cumpla tal cual. Debe pasar entonces que desplazamos ese deseo a otras circunstancias más manejables y sentir que tenemos el poder de la realización y posterior satisfacción y calma aparente. Pasará entonces que ante deseos superficiales, ante circunstancias diarias, vamos a querer todo inmediatamente, sin esperar mucho, sin mediar el deseo del otro, para que de alguna manera nos sintamos capaces de cumplir con nosotras mismas, con nuestros anhelos.

El fin de esta reflexión es que hagamos consciente este tema, que no nos angustiemos porque sabremos de dónde viene esa “necesidad” (falsa) de obtener algo de inmediato. La próxima vez respiraremos y entenderemos que desde niñas y desde el fundamento siempre hemos deseado ser amadas, que eso no depende de nosotras sino que de otro capaz de amar (hay gente que sencillamente “no puede” porque de niño(a) nunca lo amaron y eso es prerrequisito para entregar (haber sido “llenado previamente” de amor) y que no somos heroínas para luchar con lo que no tiene vuelta. Aceptar, aceptarse, entender y, muchas veces, renunciar es garantía de un mejor pasar, queridas.

Entonces vamos a reconocer las marcas del otro, vamos a entender que la necesidad inmediata realmente puede esperar un poco más y descansaremos en buscar en nuestro interior qué es lo que en verdad nos pertenece y qué es lo que rige como excusa a nuestra propia necesidad de ser amadas. En ocasiones buscamos ser bellas para lograr “ese efecto embriagador en el otro”, sin embargo sabemos que la belleza real va muchísimo más allá.

 

Varinia Signorelli

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