Es importante, para enteder la depresión posparto, entender que el puerperio no dura 40 días como nos han enseñado. Algo sucede emocionalmente cuando nos convertimos en madres, eso está claro. Todas tenemos la certeza que todo cambia, mas no es solo cambio: es desorden. Nos encontramos con nuestra guagua en brazos pidiéndonos presencia, alimento, brazos, calor. El bebé nos pide y nosotras estamos ahí para darle aquello que necesita. ¿Qué le damos a nuestra guagua?¿Cómo le damos aquello que nos pide? Le damos lo que nosotras creemos que necesita, le damos lo que nosotras tenemos, por lo tanto le damos lo que nos dieron cuando nosotras eramos bebés pidiendo.
La mayoría de nuestras historias infantiles no fueron las mejores, ni las de más entrega ¿podemos dar cuando estamos vacías? Sí, a veces se puede, pero duele.
Es este encuentro con lo que soy (madre), lo que fui (guagua/niña que necesitaba de una madre) y con lo que no sé que es lo que pasó cuando era más chica lo que se enfrenta durante el puerperio.
Es estar conectada con lo que fui (lo que me faltó), lo que soy (madre que debe satisfacer a una guagua) y con las necesidades de mi guagua. Nos mantenemos en fusión emocional con nuestro hijo por lo menos 2 años de vida, por lo tanto siento lo que siente mi guagua.
Me encuentro entonces de un segundo a otro con una guagua en brazos, en una abalancha de emociones que son absolutamente naturales, pero nos abrumamos. Esto es algo bien parecido a un estado alterado de conciencia, pero es necesario el desorden para que estemos conectadas con la guagua y ésta sobreviva, podamos entenderlo y sepamos lo que necesita. Para que finalmente tenga una dosis adecuada de mamá que lo llene.
Si lo entendemos así, comprendemos que a todas nos pasa, pedimos lo que necesitamos y alguien se ocupa de nosotras, entonces pasaremos este período con altibajos emocionales pero aceptándolo como necesario y natural.
Sin embargo lo que suele pasar es que las madres nos encontramos solas, sin alguien que nos contenga y comprenda, con hijos mayores que nos piden y sin nadie que nos ayude con ellos.
Nos encontramos con la sociedad que nos pide seamos capaces de hacer todo (y bien) y que además volvamos rápido a la rutina “normal”: que volvamos al trabajo, que volvamos a ser las mismas de antes, que tengamos la misma relación de pareja que antes: en el fondo, nos exige que pase toso esto rápido. Y resulta que no pasa rápido. Entonces vamos al médico abrumadas y nos dice que tenemos depresión posparto.
¿Por qué? Porque luchamos con “mi ser madre que necesita satisfacerse y satisfacer al bebé” y “las exigencias familiares, sociales, del trabajo, etc”.
Hay una derrota emocional que puede tener todo una sintomatología depresiva asociada y que afecta tanto a la madre como al bebé.
Muchas veces no tenemos depresión posparto es sólo puerperio! Es solo un caos emocional que se confunde con depresión posparto.
¿Qué necesitamos entonces? Conectarnos con todo lo que tiene que ver con el ser madre y tener una red de apoyo: esposo, abuela, tío, amigas alguien que nos pregunte qué necesitamos, que se haga cargo de todo lo demás que no sea la guagua, que nos sostenga y nos calme a nosotras /madres como cuando éramos niñas.
Varinia Signorelli C.