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Teletrabajo: Expectativa v/s realidad

Por Paula Bórquez

Si retrocedemos en el tiempo, esta modalidad de trabajo tiene sus orígenes en los años 70 en Estados Unidos. El término teletrabajo fue acuñado por primera vez por el físico estadounidense Jack Nilles en el año 1973, en plena crisis del petróleo. Jack buscaba una solución para reducir el consumo de combustible producido en los traslados desde el hogar al lugar de trabajo y viceversa. Motivo por el cual su propuesta fue «llevar el trabajo al trabajador y no el trabajador al trabajo».  Poco a poco esta nueva modalidad laboral comenzó a extenderse gracias al uso de los computadores portátiles y, luego, gracias a la masificación de Internet.

Antes de la pandemia, el término teletrabajo en Chile era prácticamente un lujo, una tendencia que a nivel mundial estaba en alza debido a sus enormes ventajas, pero que para nosotros era un enigma y correspondía a “la suerte de algunos” de trabajar desde donde quisieran.  Sin embargo, las discusiones para regular este proceso partieron el año 2018, cuando la Cámara de Diputados aprobó el proyecto en general, pero luego no se discutió más. Hasta el estallido social del 18 de octubre de 2019 y, posteriormente, la crisis sanitaria a raíz del Coronavirus. Recién en el año 2020 se publicó en Chile una ley que regula esta modalidad, una normativa que, según las autoridades, busca proteger a quienes se han visto forzados por la pandemia a trabajar desde casa.

Según la nueva ley, el Teletrabajo “faculta al trabajador a prestar sus servicios total o parcialmente desde su domicilio u otro lugar distintos de los establecimientos de la empresa”. Esta regulación mantiene las condiciones laborales que tienen los trabajadores presenciales.

Lo que trajo la pandemia y la posterior crisis sanitaria fue, justamente, romper con el sistema logístico en el que nos apoyábamos para salir a trabajar. Es decir, no hay sala cunas, jardines, ni colegios, y de repente nos quedamos sin la posibilidad de recibir apoyo en las labores domésticas y se hizo visible todo aquello de lo que venimos hablando desde la perspectiva de género. Lo que se conoce como la crisis global de cuidados.

Desigualdad histórica

Históricamente ha existido desigualdad entre hombres y mujeres en el cuidado y las labores domésticas. Es conocido que en la mayoría de los hogares estas tareas recaen sobre las mujeres, incluso a pesar de que ellas tengan trabajos remunerados a los que responder en su día a día.

Ya lo decía Esther Vivas, en su libro mamá desobediente, (que dicho sea de paso se los recomiendo): ”Ser madre queda reducido y normativizado en la actualidad a dos opciones, la de ángel del hogar o la de superwoman, que son los modelos que encajan en el sistema y que se espera que reproduzcamos indistintamente. Nos condenan a ser tachadas de profesionales fracasadas al no estar disponibles al 100% en el trabajo, o de malas madres por no cuidar y dedicar el tiempo suficiente a los pequeños. La culpa siempre es nuestra.” De ahí que últimamente en redes sociales podamos ver la típica frase que dice “Se pide que la mujer trabaje como si no tuviera hijos, y que críe hijos como si no tuviera que trabajar” y aquí aparece el, “El teletrabajo”, como la salvación de muchas.

Si bien es cierto a simple vista se nos presenta esta modalidad de trabajo como soñada, como una gran posibilidad de trabajar desde nuestros hogares, con todos los múltiples beneficios que esto podría tener, como por ejemplo tener un horario flexible, la comodidad de no salir de nuestra casa, una mayor productividad, ahorro de tiempo y dinero y la posibilidad de compartir con nuestras familias, y estar presentes en la crianza de nuestros niños y niñas .Pero luego chocamos de golpe con la realidad, ya que a medida que se presenta el día a día e intentamos desarrollar las labores típicas de una jornada de trabajo, asistir a reuniones, conectarnos a videollamadas o realizar informes, comenzamos a darnos cuenta que no todo lo que brilla es oro.

“Cuando nuestro hogar es también nuestra oficina, se dificulta nuestra capacidad de armonizar los tiempos laborales, familiares y personales. La carga mental y la suma de las horas dedicadas al trabajo, tanto remunerado como no remuneradas, han crecido para las mujeres”.

Cuando nuestro hogar es también nuestra oficina, se dificulta nuestra capacidad de armonizar los tiempos laborales, familiares y personales. La carga mental y la suma de las horas dedicadas al trabajo, tanto remunerado como no remuneradas, han crecido para las mujeres. Debido a esto ya se está hablando de triple jornada, que consiste en dedicar horas de la noche a realizar actividades laborales, ya que al tener a los niños en la casa y no poder descansar para comer o otra actividad, una de las formas de afrontarlo es tomarse un descanso, cenar y luego dedicar tiempo por la noche a hacer las cosas que nos quedaron pendientes en el día.

Es decir, los padres que se ocupan de los hijos sacan un rato para trabajar por la noche; otros aprovechan la nueva flexibilidad del teletrabajo para variar los horarios; otros eligen este tiempo porque, sin llamadas, reuniones y mails, se concentran mejor en este horario.

Si bien es cierto se nos ha hecho creer que de un tiempo a esta parte estamos en una especie de nueva normalidad, en la que comenzamos a retomar nuevamente nuestras actividades fuera de casa, debido a la actual  realidad sanitaria en la que se encuentra nuestro país  y al adelanto de las vacaciones de invierno, no son pocas las mujeres que nuevamente  están realizando su trabajo desde la casa y dentro del horario laboral deben responder a más de un rol, exponiéndose al estrés y la sobre carga que provoca realizar varias labores en una misma jornada. Ya que mientras realizan el trabajo remunerado desde sus hogares, también se hacen cargo de una multiplicidad de roles, conjugando varias labores a la vez las que no se pueden abandonar.

El estudio denominado” El Chile que viene” de Cadem correspondiente a septiembre de 2020 refleja algunas de las diferencias de género que se agudizaron frente a la crisis del COVID-19. El sondeo arrojó que entre los aspectos que dificultan el teletrabajo, 52% de las mujeres destaca el tener que compatibilizar el trabajo con las tareas del hogar.

Ante esta innegable realidad no basta con pedir a los empleadores que se pongan en el lugar de nosotros como trabajadores, sino que más bien las políticas públicas establecidas deben considerar todo este tipo de factores a la hora de ser presentadas. Las estadísticas internacionales nos permitían visualizar un panorama común: las mujeres son el sector más explotado de la fuerza de trabajo y las más afectadas por la precarización. Además, son quienes destinan más horas al día al trabajo no remunerado de cuidados y al trabajo doméstico (Oxfam, 2020).

En el caso de Chile, sólo ha existido una instancia de medición del trabajo no remunerado a nivel nacional por medio de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT, 2015), que, por cierto, es representativa sólo a nivel urbano, y que considera al trabajo no remunerado como las actividades de trabajo doméstico, de cuidados y de apoyo a otros hogares, la comunidad y trabajo voluntario.

Si traducimos esto en cifras, podemos decir que:

  • Las mujeres destinan en promedio 3 horas más que los hombres al conjunto de todas las actividades de trabajo no remunerado.
  • Considerando el total de horas trabajadas en un día de semana (tanto en labores remuneradas como no remuneradas), las mujeres superan a los hombres en aproximadamente un 17%.
  • La carga de trabajo total de acuerdo al estudio realizado por Comunidad Mujer sumando el trabajo remunerado alcanzaba las 11.5 horas diarias, en desmedro de los hombres que alcanzan las 9.8 horas diarias.
  • Además de señalar que el trabajo de cuidar es realizado entre un 82% y un 92% por mujeres; y las condiciones en las que se desarrolla este trabajo afectan a la vida de la cuidadora.

“…el trabajo de cuidar es realizado entre un 82% y un 92% por mujeres”.

Desde la Fundación Sol se presentó un estudio denominado No es amor, es trabajo no pagado”, que aborda la diferencia entre el tiempo que dedican hombres y mujeres a estas labores. El estudio indica, entre otras cosas, que en una semana tipo las mujeres gastan en promedio 41,5 horas de trabajo no remunerado, en comparación a los hombres que es de unas 19,17 horas en promedio.

Estas labores “son el núcleo central no solo de la reproducción de este modelo, de las familias y de las personas en este sistema, sino también son el núcleo de la desigualdad, y no solo de esta en torno a distribución económica, sino que también una desigualdad que está mucho más invisibilizada, que es en torno al uso de tiempo disponible que tienen las mujeres en este modelo”, los hombres tienen al final tiempo subsidiado por las mujeres transversalmente, independiente de su situación económica” ya que “las mujeres están resolviendo en ocasiones, a través del dinero, este problema pero eso es también con otras mujeres”,  como es el caso de las asesoras del hogar o nanas.

Finalmente, este estudio señala que el cuidado y todas las responsabilidades del hogar hacen que las mujeres enfrenten una carga global de trabajo de al menos 55 horas semanalesEsto está por sobre todos los límites de los parámetros de salud mental, de todas las recomendaciones respecto de la calidad de vida, las mujeres no tienen tiempo para el ocio, tienen una pobreza del tiempo”.

El 4 de mayo de cada año se celebra el Día Mundial de la Salud Mental Materna para aumentar la conciencia acerca de los problemas de salud mental materna, con la finalidad de que más mujeres busquen ayuda, y reciban tratamiento adecuado. El objetivo común es sensibilizar a la población mundial acerca de la importancia de la salud mental materna y mejorar los recursos destinados por los gobiernos a la prevención, detección y tratamiento de los trastornos mentales durante el embarazo y los primeros años tras el nacimiento.

Actualmente en nuestro país , existe un movimiento ciudadano en pro de la maternidad  a través de las redes sociales, específicamente Instagram , denominado @postnatal de emergencia el  que ha trabajado incansablemente para poder extender ciertos beneficios como el post natal de emergencia mientras se encuentre vigente la alerta sanitaria , así como también se pueda utilizar la ley de crianza protegida  y extender el subsidio protege , medidas que van en  directo beneficio de miles de familias chilenas, teniendo en cuenta la realidad sanitaria de nuestro país , el colapso de los centros de salud , lo que llevo a los ministerios de salud y educación a tomar la decisión de adelantar las vacaciones de invierno.

Si bien es cierto el teletrabajo es una opción con todos sus pros y contras, no todos pueden acceder a él, y la realidad es que  muchas mujeres se están viendo en la obligación de elegir  entre las labores de cuidado y crianza, para proteger a sus hijos y la vida profesional. Lo que precariza mucho mas la situación de las mujeres en el mercado laboral.

Extensión del post natal

La semana pasada después de diversas gestiones realizadas, se aprobó la extensión del post natal parental por 60 días, sin embargo, la medida solo beneficia a un grupo minoritario de personas, por lo que se dice que se aprobó “con letra chica”. Sin embargo, se siguen realizando gestiones para poder proteger las fuentes laborales de todos aquellos que ostentan labores de cuidado, y así mejorar la calidad de vida de miles de niños y niñas de nuestro país y sus familias, a través de políticas públicas atingentes a la realidad local y  que ayuden a   aliviar en algo la multiplicidad de roles que los cuidadores llevan a cabo en una misma jornada.

Porque la Maternidad es para disfrutarla…. ¡¡Vamos por más!!


Paula Andrea Bórquez Torres es de Punta Arenas, psicopedagoga, diplomada en el área social y comunitaria, madre y asesora de lactancia de Lactamed Chile. Trabaja actualmente en un programa de salud mental escolar y está cursando dos diplomados: uno de crianza respetuosa y buenos tratos para la niñez, y otro de estimulación temprana.

Su Instagram es: @pau.borquezt (Maternidad, crianza respetuosa y lactancia).

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