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Niñas/os que deben tomar el rol de adultos en sus hogares

Testimonio

Niñas/os que deben tomar el rol de adultos en sus hogares

Por Eva González

* Basado en un testimonio real

Frida tenía 7 años y una vida con bastantes carencias afectivas. Ella no lograba notar a su corta edad que su madre era dependiente de la cocaína, pero ya comenzaba a pasar situaciones muy complejas. Alguna vez fue a un bautizo mal vestida, sucia y llena de piojos, pues su madre no estuvo en condiciones. Recuerda con dolor que muchos se rieron de ella.

Su inocencia en ese momento no le dejó ver esas miradas, ahora que lo recuerda, sí lo puede visualizar. Tenía un hermanito menor llamado Ricardo, del cual siempre se hacía cargo; aprendió a cocinar muy pequeña, preparar ropa de colegio, adaptar cuadernos para poder reutilizarlos y varias cosas más.

Sus padres estaban separados, en ese tiempo la madre tuvo varios novios. Lamentablemente Frida sufrió abuso sexual, del cual nadie se enteró, hasta que ella fue adulta. Cuando su madre lograba algo de abstinencia era una “buena madre”: cocinaba, realizaba labores de hogar y era excelente. Pero poco a poco, Frida se comenzó a dar cuenta de que cuando su madre decía “me duele el estómago”, comenzaba a desaparecer, cada vez por lapsus de tiempo más largos, llegando a estar semanas fuera de casa y apareciendo en malas condiciones.

Fue ahí que la pequeña, sin saberlo, comenzó a tomar un rol de dueña de casa. Vivían de allegados en casa de su abuela, siempre habían estado de un lugar a otro, pero su abuelita no estaba tampoco en condiciones de cuidarlos, pues ella tenía dependencia con el alcohol. Frida, con un remolino de emociones que lógicamente nadie contuvo, se dio cuenta que ya tenía un rol en esa casa, debía hacerse cargo de ella y su hermano, y para eso no contaba con nadie.

Comenzó a cocinar, preocuparse del aseo, cuidar de su hermano menor, y todo lo que conlleva se una dueña de casa. Ella lo hizo con amor, nunca cuestionó por qué tenía que hacer todo, sólo funcionaba. Ella y su hermanito iban impecables al colegio, su papá les daba dinero y gracias a eso pudieron subsistir.

En una de las vueltas de su madre, se dio cuenta que tendría otro hermano/a. Se asustó mucho; pero quedó en silencio, pronto llegó Cristian, su hermano menor y, como era de esperarse, se convirtió en su madre. Tuvo que aprender a mudar, dar de comer, hacer dormir, y todo lo que implica ser madre.

A esta altura, Frida ya tenía 12 años. Nunca descuidó a sus hermanos, hasta que ocurrió lo que fue inevitable: no hubo redes de apoyo, contención para los niños, el mundo en que vivían era así. Cuando Frida tenía alrededor de 15 años, su madre murió.

La entonces adolescente Frida siempre amó a su madre, pero a esa edad ya tenía asumido de manera muy solitaria el destino que veía venir a pasos agigantados. Por lo tanto, continuó, siendo madre de sus hermanos, los crio ella, con un espíritu de lucha increíble, aprendió tres veces a escribir, a leer, a sumar, restar, etc.

Y lo hizo por el altruismo que cada niño trae incorporado desde que nace. Nunca dejó los estudios y no permitió que lo hicieran sus hermanos tampoco.

Cuando salió de la enseñanza formal, fue como una graduación doble: Educación media y Madre. Esos fueron los títulos más importantes que recibió en su vida. No se dejó llevar por el mal ejemplo que vio durante toda su historia, más bien peleó con todos esos demonios y se hizo la más resiliente de todas.

Su hermanito Ricardo tomó su camino, un buen camino, gracias a su hermana, y su pequeño Cristian fue a vivir con su papá. Ella, hasta hoy, funciona como lo más parecido a una madre con ellos (aunque ya tiene a sus hijas). Es hermoso ver que sus hermanos la aman y respetan, gracias a ella, están bien. Jamás la han dejado sola, se aman de una forma difícil de describir o comprender.

Sin duda es una labor impresionante la que ella cumplió. La pregunta es: ¿qué ocurre con las redes de apoyo?, ¿por qué una niña que debía jugar tuvo que criar?, ¿Se pudo haber revertido esa situación?, ¿si los hubiesen mandado a una especie de SENAME, sabríamos de ellos?

Sin duda, ¡se necesita más, mucho más!, los adultos de hoy son en un gran porcentaje niños maltratados por la vida.

¡Para ti! Mi amada guerrera.


Eva Inés González Salas es madre y profesora y pertenece al espectro autista. Cree en la educación sin premios ni castigos, basada en el amor y en el respeto por los demás. La encuentras en Instagram como @profeeva29 y @mujer.enelespectro

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