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¿Cómo fortalecer un apego seguro con los niños?

Psicología

¿Cómo fortalecer un apego seguro con los niños?

Para nadie es un secreto de que la crianza no es fácil y está muy lejos de ser miel sobre hojuelas como los comerciales de pañales nos han mostrado toda la vida.

Los hijos no vienen con un manual de cómo tratarlos y mucho menos como actuar cuando hacen una pataleta monumental en el supermercado. Nadie nos enseña a ser padres y esto se debe a que no existe una forma única de serlo, básicamente porque cada niñ@ es distinto, único e irrepetible. Incluso, lo que nos sirve con un hijo no necesariamente nos va a servir con nuestro otro hijo.

Otro aspecto que dificulta la crianza es la cantidad de información que existe y que muchas veces es contradictoria. A veces incluso llega un punto en que te sientes confundid@ porque sientes que debes hacer algo de una forma y la información que escuchas de tu propia mamá, suegra o tías cercanas y hasta del pediatra es lo opuesto a lo que tu instinto te dice.

Muchas veces, sobre todo cuando eres madre primeriza, lo que dice el pediatra es ley. Y como dice el dicho pastelero tus pasteles, los pediatras no necesariamente están actualizados en crianza, por eso cuando elegimos uno debe ir en nuestra línea.

A pesar de que nadie nos enseña a ser padres, es nuestro deber informarnos, ya que mientras más informados estemos podremos educar a nuestros hijos de mejor manera.

Entonces ustedes se preguntarán ¿cómo sabré cuál es la información correcta en torno a la crianza? Dado que hay tanta dando vuelta en internet y en las redes sociales. Y la respuesta es simple, todas las madres, los padres y todos los cuidadores de bebés, niños y adolescentes tenemos que poner el foco en el Apego Seguro.

 

Apego seguro

El apego seguro es un gran protector de la salud mental de nuestros niños y no solo durante su infancia y adolescencia, también lo será cuando sean adultos, porque recuerden que el apego es un proceso que dura toda la vida.

¿Qué es el apego seguro?

Este patrón de apego se da en la medida en que el cuidador del bebé logra satisfacer sus necesidades de un modo adecuado, en un breve periodo de tiempo y además esto debe ocurrir constantemente en el tiempo.

Si lo llevamos a números, basta con que ocurra al menos un 65% de las veces. Esto es muy importante porque el bebé o niño debe poder predecir la conducta del adulto que lo cuida. Por ejemplo, el bebé debe saber que, si llora porque está molesto, su madre o quien lo cuida vendrá a ayudarlo para que se sienta cómodo otra vez.

Por su parte, el bebé además de ser capaz de predecir la conducta de su cuidador y al ir sintiendo que satisfacen sus necesidades adecuada y prontamente, logrará sentirse seguro y protegido. Al no estar en alerta y estresado, puede explorar libremente su ambiente y expresar siempre sus emociones y necesidades.

Cómo fortalecer el apego seguro en cada etapa

Bebés:

Lo primero que tenemos que saber es que los recién nacidos no sólo tienen necesidades físicas como comer, dormir y cambio de pañal. Tienen necesidades de contacto físico con su madre y necesidades emocionales, como estrés, miedo y pueden sobre estimularse, en cualquiera de estos casos necesitan ser regulados por su cuidador para volver al estado de calma.

La lactancia materna juega un papel importante en los bebés, ya que no solo satisface el hambre, sino que también los calma emocionalmente y con esto satisfacen su necesidad de contacto físico con la mamá.

Por esta razón se habla de que la lactancia materna favorece el apego seguro. La OMS señala que la lactancia debería ser mínimo hasta los dos años y desde ahí destetar en el momento que la madre o el niñ@ lo deseen. La lactancia materna no determina la calidad del apego, ya que esta debe ser un momento de conexión entre la madre y su hij@. Por ejemplo, una madre que cada vez que amamanta o la mayoría de las veces está pegada en su teléfono y no mira al bebé, no le sonríe y no le habla, es muy difícil que logre generar un apego seguro con su hijo. Y si otra madre que no pudo dar pecho, pero que cada vez que da la mamadera tiene a su hijo en brazos, pegadito a ella, le sonríe, le canta, le habla y lo mira constantemente mientras da esa mamadera y todas las veces que lo hace, será más probable que generen un apego seguro.

Un clásico ejemplo de las necesidades emocionales de un recién nacido, ocurre cuando estamos en la clínica u hospital después del parto y se junta mucha gente en la habitación, y puede ocurrir que nuestro recién nacido llore desconsoladamente mientras aún estamos acompañadas o en la noche cuando nos quedamos a solas, este momento es complejo porque no sabemos qué les pasa y por lo tanto tampoco sabemos cómo calmarlos.

No quieren pechuga, sentimos que ninguna posición los acomoda y nos ponemos nerviosas porque no sabemos qué hacer. ¿Que le pasa al bebé? Está sobreestimulado, asustado y necesita volver a su estado de calma, ¿cómo lo logramos? Nos quedamos a solas con nuestro cachorro y ojalá con alguien de nuestra confianza, como pareja o nuestra madre para que nos ayude a calmarnos y nos sintamos contenidas. Si nosotras estamos estresadas y no logramos calmarnos a pesar de estar acompañadas, será mejor que intente calmarlo quien nos acompaña mientras nosotras recuperamos la calma. Si nosotras estamos calmadas, lo ideal es que tengamos a nuestro bebé cerca de nuestro cuerpo, mucho mejor si es piel con piel, le hablamos bajito o le cantamos y lo acariciamos.

Cuando nace un bebé todo el entorno de esos padres quieren ir a conocerlo y está bien, pero esa madre y ese cachorro necesitan pasar tiempo a solas. Si bien estuvo 9 meses en la panza, no se conocen del todo y para esto la diada madre – bebé necesita tiempo a solas, regalonear, olerse, sentirse, “mamiferear” en otras palabras.

Para poder captar bien las necesidades de nuestro bebé además de conocerlo, necesitamos cuidarnos a nosotras, tener tiempo exclusivo para nosotras, aunque sea una ducha tranquila. Evitemos estar todo el día solas con nuestro bebé, pidamos ayuda y activemos redes de apoyo. No estamos hechas para criar en soledad. Si hay buen clima tengamos una rutina de salir todos los días y dar una vuelta, por último, caminar hasta la esquina y volver a la casa.

El rol del padre: muchas veces es injustamente invisibilizado y como sociedad tampoco ayudamos a que tenga un rol más activo. En Chile son 5 días de post natal masculino, lo que no favorece al vínculo padre hij@.

Sin embargo, un padre que desea vincularse con su nuevo bebé puede hacerlo siempre. ¿Cómo? Recordemos que el apego se da en la medida que regulamos el estrés del bebé. Entonces el padre al llegar a casa, puede encargarse de cambiar el pañal, la hora del baño, poner el pijama, incluso puede dar una mamadera en el caso que el bebé tome fórmula o que la mamá se extraiga leche.

Además de las distintas formas que tiene el padre para vincularse con el bebé, cumple un rol muy importante en la relación de su mujer con el bebé. Porque ninguna madre está diseñada ni física ni psicológicamente para cuidar a otro 24 hrs al día sin descanso. Por eso es esencial que el padre u otra persona cercana a la madre pueda encargarse de las cosas de la casa y hacerse cargo del bebé para que la madre pueda por un rato desconectarse y tener un tiempo solo para ella, aunque este momento sea una ducha, una siesta o poder comer un plato de comida caliente sin interrupciones.

El entorno de esa nueva familia también tiene un rol importante, si vas de visita no esperes que te atiendan, lleva almuerzo listo o algo rico para esa mamá, ayuda con las cosas de la casa, da la opción de quedarte con el bebé mientras y que esa madre pueda darse un baño caliente o dormir una siesta.

Cuando comienzan a gatear y caminar:

Estos pequeños deambuladores tienen una nueva necesidad y es de explorar su entorno. Por eso es importante tomar todos los resguardos en términos de seguridad. Y debemos dejarlos que se muevan. Más de una vez se van a caer o golpear y acá es clave como reaccionamos quienes los estamos cuidando.

Lo típico es decir “no pasó nada”, por favor eviten decir eso, para ellos si pasó y si asustaron y muchas veces también les dolió. Entonces ¿que les decimos?: mi amor, te caíste, yo te ayudo a levantarte, yo sé que te dolió, a ver, muéstrame dónde te pegaste, yo sé que tienes pena, ¿te doy un besito?, ¿te doy un abrazo? No minimicemos lo que les pasa, validemos sus emociones y como se sienten. Es nuestro deber ayudarlos a regularse y de este modo ellos podrán hacerlo solos cuando crezcan y de un modo saludable, consideremos que hay adultos que logran “regularse” con comida, cigarros, alcohol y/o drogas.

Cuando minimizamos lo que les pasa diciendo no pasó nada, el mensaje que van a captar ellos es que no hay que sentir y los desconectamos de la emoción. Por esto es tan importante que cuando les pasa algo además de consolarlos le pongamos nombre a lo que están sintiendo, tienes pena, tienes rabia etc.

Etapa pre escolar:

Durante esta etapa se hacen cada vez más autónomos y se frustran con facilidad porque tienen que aprender que no pueden hacer todo lo que desean. Por eso en esta etapa nos siguen necesitando a los adultos para poder volver a su estado de calma.

¿Cómo nos damos cuenta que están desregulados? Cuando hacen pataletas o berrinches. Es importante que entendamos que estas conductas en los preescolares no son mañas ni manipulación. Son absolutamente normales y esperables entre el año y los 5, 6 años de edad, con su peak entre los 2 y 3 años.

Se preguntarán entonces ¿qué es una pataleta? Es la forma que tienen los niños y niñas para manifestar un estado de desregulación emocional, es decir, es la forma que tienen los preescolares de expresar su frustración, que también puede ir acompañada de otras emociones que son consideradas desagradables de sentir para ellos. Pero, ¿por qué esta desregulación emocional se expresa de un modo físico, con gritos, manotazos o tirarse al suelo y pegar con piernas y brazos? La reacción “física” de la pataleta se debe a dos razones principalmente:

–      A esta edad no son capaces de identificar qué les pasa y si lo logran hacer no son capaces de regularse solos porque sus cerebros son aún muy inmaduros

–      No tienen el lenguaje que les permita expresar lo que están sintiendo.

Por estas razones la reacción de la pataleta vs lo que la gatilla muchas veces es desproporcionada a nuestros ojos de adulto.

Entendiendo que las pataletas tienen una función y no son una manipulación, se nos hace más fácil a los adultos poder actuar de forma adecuada cuando esto ocurre.

Entonces, durante esta etapa la clave para mantener o desarrollar un apego seguro con nuestros hijos tiene que ver en como los ayudamos a regularse frente a una pataleta.

Y ¿como lo hacemos? En primer lugar, necesitamos cambiar el chip que tenemos: las pataletas NO son una manipulación. Son la expresión del malestar del niño. Y el manejo parental o del adulto cuidador puede influir positiva o negativamente en la frecuencia y en la intensidad de estas. Y también en la facilidad o dificultad para calmarse. Si el manejo de las pataletas es adecuado, la duración de la pataleta va a depender de las características personales del niño: su temperamento especialmente.

Un manejo no adecuado de las pataletas tiene dos consecuencias posibles:

–      El preescolar nunca aprende a regularse solo.

–      El preescolar aprende a sobre regularse: inhiben su mundo emocional o incluso pueden llegar a bloquearlo. Como dejan de sentir, no hacen pataletas.

Relación entre el manejo de las pataletas y el apego:

Como ya sabemos, el apego seguro se da en situaciones de estrés, cuando el adulto cuidador logra regular ese estrés en bebes o niños. Y las pataletas son tremendamente angustiantes para los pequeños, ya que se viven con la sensación interna de descontrol y desorganización.

¿Cómo deberíamos actuar los adultos ante una pataleta?

No existe una forma única, adecuada de actuar, dado que cada niño es distinto, pero a continuación les dejo una pauta que los puede ayudar:

1)   Nuestra calma:

Lo primero es calmarnos nosotros, no podemos apagar un incendio con bencina, lo mismo ocurre acá, los preescolares no se van a calmar si les gritamos y menos si los ignoramos, recuerden que sus cerebros no están desarrollados aún para lograr la autorregulación.

Si no logramos calmarnos y hay otro adulto disponible, que se haga cargo.

Si no hay otro adulto en el lugar, tomemos agua fría, mojémonos la cara, respiremos profundo y recordemos que la pataleta no es para hacernos rabiar a nosotros y que nos necesita para calmarse.

Mientras nos calmamos pensemos qué provocó la pataleta y cuál es la emoción que está presente en nuestro hij@: pena, rabia, vergüenza etc.

2)   Sintonizando con nuestro hijo:

Tenemos que mirar a nuestro hijo y sintonizar con lo que está sintiendo. Este paso es muy importante porque hay veces que las pataletas esconden su real motivo. Por ejemplo, le pedimos que busque su mochila para ir al jardín y se pone a llorar diciendo que quiere ir, y la noche anterior durmió mal y sabemos que tiene sueño.

En este paso y los siguientes, es importante que nos pongamos a la altura de los niños, nos sentamos en el suelo y los miramos a los ojos.

3)   Poner palabras a lo que está sintiendo nuestro hijo:

Necesitan saber que entendemos lo que les pasa y que estamos ahí para ellos. Además, nuestro lenguaje no verbal debe ser consecuente con lo que les estamos diciendo.

Ejemplo: “yo sé que estás enojado porque no te compré el chocolate”

“yo sé que te da rabia que tu hermana no te preste la muñeca”

4)   Permitir la expresión “adecuada” de la pataleta:

No podemos permitir que expresen la pataleta como les plazca, no pueden tirar objetos, ni golpear a otros ni a ellos mismos. Entonces una vez que le reflejamos a nuestro hijo lo que está sintiendo es el momento de poner límites.

Ejemplo: “yo sé que te enojaste, pero no por eso me puedes pegar” y mientras decimos eso tomamos sus manos.

Cuando un niño está desbordado además del límite verbal, puede necesitar ser contenido físicamente, por ejemplo: si va a tirar algo o le va a pegar a alguien.

5)   Calmándolo:

Una vez que ya le pusimos palabras a lo que están sintiendo y permitimos que expresaran lo que les pasa, debemos ayudarlos a calmarse.

Esta parte es muy importante, porque así los niños aprenden que no importa que tan intensa haya sido la emoción, después viene la calma. Y que estamos ahí para ellos.

Para poder calmarlos necesitamos saber que necesitan nuestros hijos, hay niños que se calman con los abrazos y besos, otros que necesitan su espacio y así. También hay que dejar espacio a que lloren y boten la pena y que saquen lo que están sintiendo. Acá es muy importante que sientan que los estamos ayudando a calmarse y no que está mal sentir lo que están sintiendo.

Ejemplos: “yo sé que te dio pena que la abuela se fuera y que estás muy triste, te parece si te abrazo hasta que se pase la pena”.

“yo sé que estás enojado porque tu hermano se comió tu chocolate, pero no te voy a dejar solo ahora, me quedaré acá más lejos hasta que se te pase la rabia”

6)   Reflexionemos juntos:

Este paso se hace cuando el niño ya está tranquilo. Es importante que lo ayudemos a reflexionar sobre lo que pasó. La idea es que si reaccionó tirando cosas o pegando le enseñemos formas más adaptativas de manifestar su enojo.

Este paso ayuda a los niños a:

–      conocerse mejor a sí mismos, “sé que te da mucha pena que se vaya la abuela”

–      resolver conflictos: ¿qué podemos hacer la próxima vez que tu hermana no te preste la muñeca?

–      satisfacer una necesidad: “la próxima vez que estés triste y quieras que la mamá se quede contigo me tienes que decir”

–      aprenda de lo sucedido: “yo sé que te enojaste y por eso me pegaste, pero pegar no está bien ¿cómo podrías botar tu rabia la próxima vez que te enojes sin hacerle daño a alguien?”

7)   Reforzar:

En este paso la idea es que rescatemos alguna conducta positiva que hubo durante la pataleta: “estoy muy orgullosa de ti porque te lograste calmar y esta vez no le pegaste a tu hermana”, “te felicito porque esta vez a pesar de que tenías mucha rabia no tiraste nada al suelo”.

Desarrollar un apego seguro no es fácil, requiere tiempo y dedicación. Necesita madurez por parte de los adultos y aceptar que esta etapa de crianza despierta ciertos aspectos de nosotros que pueden no gustarnos, vemos nuestras propias sombras y a veces podemos sentirnos sobrepasados. Si esto ocurre, no tengamos miedo de pedir ayuda profesional.

Por otro lado, recordemos que no estamos diseñados para criar en soledad, así que activemos redes de apoyo, pidamos ayuda a nuestros cercanos.

Y lo último, pero no lo menos importante es no descuidarnos a nosotros mismos, el autocuidado es muy importante, busquemos espacios de distracción y llevemos una vida más saludable. No podemos cuidar a otro si no nos cuidamos a nosotros mismos.

Referencias: Apego seguro, Andrea Cardemil

Psicóloga Carolina Musso

IG: ps.carolina.musso

Centro El Sauzal, Chicureo

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